Ausencia del Deseo de la Madre y del Significante del Nombre del Padre

En el film We need to talk about Kevin, dirigida por Lynne Ramsay (2011) a través de escenas retrospectivas conecta distintos momentos, alterando la secuencia cronológica de la historia de una familia. Induce cierta inquietud desde la primera escena en la que se anuncia el desastre, trabajo que cierne en cada vuelta distintos momentos que vienen a dar cuenta de un producto, efecto y consecuencia de la ausencia del Deseo de la Madre y del significante del Nombre del Padre. En un esfuerzo por armar alguna respuesta, Eva una de los protagonistas, nos hace testigos de un recorrido en que intenta recuperar y apropiarse de su historia; la que impresiona y porque no decirlo, angustia, ante la ausencia y falta de palabras. Lo que lleva a interrogar ahí, el estatuto de la ausencia de estos operadores simbólicos en esta familia.
Eva es la madre y Franklin el padre de Kevin y Celia. Quienes nos muestran la estructura de una familia que desencadena por el eslabón más débil, Kevin. Está todo conmocionado. El padre le da los elementos al hijo para que ejerza la violencia. Se puede pensar que el hijo es el instrumento de la psicosis del padre. Lo que nos sitúa ante la idea de que la psicosis pudiera transmitirse, heredarse. Algo no funcionó que genera ese desequilibrio. Está toda la familia involucrada. Este hijo (Kevin) no solamente produce una masacre en el colegio, sino que produce en la familia una implosión. ¿Qué lugar para la madre en ésta familia en la que nadie se anima a poner límites? ¿Qué nos dice de la estructura familiar? ¿Qué lugar en el deseo del Otro para Kevin?
Se observa una multitud, es el festival de la tomatina: torsos desnudos, rozándose, chocándose, gozando en un mar, lluvia, guerra de tomates, la escena resalta el rojo de los tomates en los cuerpos. Y se ve a Eva en un primer plano, recostada en posición de crucifixión, avanzando alzada sobre las manos de la multitud que la desplaza sobre sus
cabezas hasta posarla cuidadosamente, en una cómplice satisfacción de masas. De fondo, como introduciéndose otros elementos, se escuchan voces que la insultan y vuelven agresiva la escena, induciendo la idea de que Eva está en un baño de sangre, y se hace presente para el espectador los autoreproches de Eva, la condena y repudio social.
La idea del baño de sangre se completa con la siguiente escena en que Eva despierta en el sillón de su casa sola, en un claro abandono, rodeada de restos y medicamentos que se caen mientras ella se levanta y mira hacia su ventanal, también manchado de rojo. Su casa ha sido marcada, estigmatizada, con pintura roja.


En este vaivén a un tiempo anterior vemos a Eva en un grupo para embarazadas, pero distante, ella no encuentra un lugar allí, entre las madres que esperan a sus hijos. Como menciona Barros en La madre ella podría querer amar a su hijo, pero no puede forzar su propio deseo.
En el texto De una cuestión preliminar… Lacan explica que el esquema L significa que la condición del sujeto S (neurosis o psicosis) depende de lo que tiene lugar en el Otro A. Siendo A, el lugar desde donde puede planteársele la pregunta por su existencia.
Luego se observa a una madre impotente ante el llanto de su hijo, no puede interpretarlo ni consolarlo. Impacta la escena en que se queda con el bebé en el coche justo donde están taladrando el cemento, Eva descansa del llanto del bebé junto al ensordecedor ruido de la máquina para no escucharlo llorar, exponiendo al bebé a semejante ruido. En otra escena Eva le dice al niño que era feliz antes de que naciera él, y que despierta cada mañana deseando estar en Francia. Ya aparecen los elementos que dan cuenta del desamparo para Kevin.
Desde el texto de Laznik El superyó: de la melancolía a la reacción terapéutica negativa, Se puede mencionar que Kevin no fue un niño deseado, no operó la función del deseo de la madre, ante lo cual no se le posibilitó el ubicarse como destinatario del deseo de un hijo. El amor no tuvo lugar, y no operó la interdicción paterna, para constituir ahí un sujeto deseante. Se puede agregar que Kevin encarna esa mortificación de haber ocupado el lugar de molestia para el Otro, quedando al mismo tiempo “pegoteado” a esta madre “abandonica”. Lacan menciona en el seminario Las psicosis que “el primer abordaje que tiene del objeto es el objeto en cuanto objeto del deseo del otro” Es decir que para constituirse el sujeto deseante requiere de otro, en tanto punto de exterioridad, fuera de si mismo. Y el Otro de Kevin no da lugar a que se produzca identificación a una falta que funcione como causa de deseo. Se muestra al padre como una figura prácticamente ausente, que desoye el padecimiento materno y filial, incapaz de tomar la palabra, en tanto palabra plena, sus dichos se desvanecen. Y la madre refugiada en un tiempo anterior, por momentos pareciera que ubica a este hijo sin poder reconocer algo de ella en él, se le arma una pura extrañeza. Quedando sometidos a lo especular del eje imaginario. Tampoco se habla de otros que intervengan en esta familia y les permita hacer pie y dialogo en el discurso.
Lacan menciona en el texto Las paradojas de la ética “Lo que hace que pueda haber deseo humano, que ese campo exista, es la suposición de que todo lo que sucede de real es contabilizado en algún lado” Pareciera que lo único que se contabiliza para Kevin es su progreso en la práctica del arco y flecha.
Si la operación de lectura que el sujeto hace es el de un tú que no implica un sujeto, Lacan lo despliega en el “Tú eres el que me seguirá” en el seminario Las Psicosis, se encontraría mas bien en una posición de objeto.
Lacan mencionó en Nota sobre el niño que en la constitución subjetiva la familia sostiene justamente la función de transmitir un deseo que no sea anónimo. Si este deseo no existe como se ve en Kevin pasa a ocupar un lugar de molestia y rechazo. En la escena en que Eva lo lleva al médico a una edad aproximada de tres años, se constata la dimensión de objeto a que tiene para Eva este niño, que no responde a sus expectativas en las propuestas de juego y no habla, pero el médico le dice que no se preocupe, que todo funciona bien. Más tarde aparece que el niño si puede hablar y si entiende el juego, pero elige no complacer estos pedidos de su madre, responde desde el lugar del rechazo, la rechaza y se hace rechazar. A Eva no le falta ese hijo, no la causa. Ese hijo constituye en si mismo una falta, la falta es el hijo. Ese es el mensaje que recibe Kevin.
Se puede observar en varias escenas en que Eva está tratando de que Kevin hable, de jugar a la pelota con él, cuando están estudiando ejercicios de matemáticas. Siguiendo a Lacan, que no se pone en juego la palabra plena que toca al sujeto, palabra que luego hará del soma un cuerpo libidinal. Siguiendo a Silvia Tomas en La función materna no se dirige al niño de un modo nominante, es decir, apostando a la subjetividad del infans. Se observa un tratamiento mecánico, funcional de los cuidados del cuerpo de Kevin, no transita el deseo
en las palabras y gestos, que el film nos muestra los condena a permanecer ante un abismo que si bien pareciera los mantiene a distancia, no permite que se produzca el deseo de separación. Pareciera que algo de esto se libera cuando al final de la película aparece Eva ofreciéndole el abrazo que por fin acogiera a su hijo.
Se podría ubicar en Eva que su interés libidinal cuando se embaraza de Kevin estaba puesto en su profesión y reconoce en su hijo un obstáculo para continuar con ello, generando un duelo prolongado por su profesión.
De acuerdo a Lacan ante esta imposibilidad a nivel simbólico, en la que no opera la metáfora paterna, la función paterna se reduce a una imagen, no opera una dialéctica triangular (como si opera en la neurosis), pero sí, una función de alienación especular, que sostiene un modo del lenguaje en que la palabra está ausente. Si hay una falla a nivel de lo simbólico, hay obstáculo para dar lugar a la palabra. Lo que puede verse en las primeras visitas a la cárcel, Eva continúa poniendo el cuerpo sin que sea posible constatar un deseo, y Kevin por su parte responde de igual manera.
El campo de significación que ha organizado Kevin no dispone del significante del padre, quedando atrapado en la dialéctica de rivalidad y rechazo del eje imaginario, ubicado además como objeto resto, sin el velo del amor. Cuando Eva le comenta a Kevin que va a tener una hermanita y le dice que si no le gusta, se va a acostumbrar, Kevin le responde “que te acostumbres a algo no significa que te guste, lo hiciste conmigo” ella le responde “sí, bueno, en pocos meses nos acostumbraremos a alguien nuevo”. Ni la mínima insinuación de brillo fálico alguno, no aparecen las palabras de amor que lo recubran y lo amparen de esa posición de mortificación. Barros menciona que la aniquilación es el padecimiento por la falta de un lugar, aquel donde se pone en juego lo que el sujeto es en el deseo del Otro.
Laznik menciona “La consecuencia es que si no existe el deseo de la madre, el niño no podrá producir un deseo de separación. No es lo mismo separarse de una madre por un acto que inscribe ese corte, que estar separado porque nunca fue tomado. Estos sujetos quedan en posición pasiva, pero no por ausencia de actividad, sino porque resulta infructuosa la actividad para abandonar el lugar que no hay. Es en esto que su posición se acerca a la de la melancolía”. De esta forma no habría Otro que otorgue un lugar de reconocimiento, el sujeto estaría caído del Otro. Se puede ubicar una mirada que se repite y es como la de quien mira a un extraño, Eva mira a Kevin como no reconociéndolo, lo mira como si fuese un intruso, quedando él ante cierta imposibilidad para cautivar esa mirada, hace suya esa extrañeza, ese quedar por fuera de esta familia que se hace mas notorio cuando nace su hermana Celia, quien si cuenta con los cuidados amorosos de la madre.
En una escena que corresponde a un tiempo cronológicamente anterior Eva accede a mudarse ante el argumento del papá de Kevin, que el niño necesita un jardín donde jugar. Eva cede a su deseo, ella prefería vivir en su departamento en Nueva York antes que en una casa lejos de la ciudad. Van respondiendo a un imaginario social, en cuanto a dónde vivir si se tiene hijos, sin interrogarse sobre ello, no hay escucha para el deseo. En la casa nueva se observa la misma postura de los cuerpos que en la visita muchos años después de Eva a Kevin en la cárcel, como dos cuerpos arrojados, puestos ahí juntos, nada más que eso. Evitando mirarse.
Lacan menciona en Introducción del gran Otro en el Seminario El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, que antes de toda constitución de una situación triangular, el sujeto es concebido como nacido en la sola relación del niño con la madre. Y que el complejo de Edipo significa que lo agresivo, conflictual, incestuoso es propio de la relación imaginaria y está destinada al conflicto y a la ruina, si no interviene un tercero, una ley, un orden simbólico, fundado en la existencia del significante del Nombre-del-Padre, el que introduce de entrada una ordenación en el linaje. Este significante no circula por esta familia. No hay palabra que ordene y produzca las escenas que introduzcan a Kevin en el orden simbólico que los circunda, no se le provee los elementos que lo habiliten por ejemplo a ir al baño solo, a tener amigos, etc. Franklin, el padre, no se quiere enterar de nada. Eva llega del hospital con Kevin con vendajes en el brazo porque previamente enojada al tener que cambiarle los pañales, lo toma y arroja al piso, la madre no accede a las palabras que ordenen esta situación y pasa al acto. Luego, se escucha a Kevin saliendo del baño y alegremente Franklin le dice a Eva “increíble, ¿cómo lograste que fuera sólo? Sea como sea funcionó”.
En otras escenas se ve que Kevin descree de las palabras de amor de Eva, ella se disculpa con Kevin, en tercera persona. Y cuando le dice “te amo hijo” este pronuncia un tarareo burlándose de ella, a lo que la madre no vuelve, lo deja así.
Se observa que el niño apropiado del lugar de molestia que ocupa para el Otro, le dice a su madre que puede entrar a la consulta del médico solo. Y después encubre el maltrato de la madre ante un padre que no quiere saber de conflictos.
En la escena en que están en el hospital, Franklin, el padre de Kevin acusa a Eva de haber dejado el destapa caños afuera, ella le responde que fue Kevin quien lo hizo, pero Franklin lo niega, no quiere escuchar, no quiere saber de eso, se para y se aleja. Celia, la hermana menor de Kevin, pierde un ojo como consecuencia de todo esto. Así continúa la deriva sin límite en Kevin.


Eva rememora diversas escenas en que no sancionó el maltrato de Kevin hacia su hermana. Ambos padres Eva y Franklin rechazan intervenir y poner un límite, decir eso no, no pueden apelar a la ley. Y en Kevin convergen estas dos ausencias de deseo y ley.
Eva trata de pasar tiempo con su hijo adolescente, pero este denuncia la impostura de esa supuesta escena amorosa, Eva sabe que no conoce a su hijo, y desde esa posición opta por buscar en su pieza ¿Qué busca? tratando de no dejar huella de ese interés, pero Kevin preparado para esas intromisiones le deja un cd a la vista con las palabras “I love you”, que luego infectara su pc. Se destaca la frase “You lose” en la pantalla de Eva, como diciéndole a su madre, si elegiste esta vía para llegar a mi, tú pierdes, Eva repite en varias ocasiones durante el film, me lo merezco, es mi culpa. Cuándo Eva le pregunta a Kevin “¿cuál es el punto?” referente a la respuesta de Kevin de coleccionar cd con virus, él le dice “no hay ningún punto, ese es el punto” Se puede introducir aquí la cuestión de que Kevin hace intentos fallidos por agujerear el deseo de la madre y ocupar un lugar en ese deseo, y que desde muy pequeño esos intentos han ido increcendo en una deriva metonímica que no encuentra punto, no hay ley en esa familia que limite y de lugar a la subjetividad de Kevin, que metaforice el deseo de la madre que tampoco existe, no hay modo para Kevin de ubicarse como el falo de mamá. Continuos actings, mostraciones que son leídas por la madre como desobediencias y agresiones, ella no ubica un sujeto en su hijo, no indaga, no le pregunta, no le da la palabra, y Kevin pasa al acto, mata a la mascota de su hermana y luego propicia el envenenamiento de ella con la consecuencia que pierde un ojo. Y los padres no dicen nada! No hay ley que atraviese a esta familia.
A Eva también se la muestra muy aislada, no se observan otros familiares o amigos, cuando la llama la madre para navidad, después del dramático final, ella le miente a la madre diciéndole que lo va a pasar acompañada, lo que nos da un indicio de lo transgeneracional, quizá Eva tampoco encontró un lugar en el Otro.
Para una navidad el padre de Kevin le regala un arco y flechas, le da los instrumentos que más tarde él utilizará para dañar y matar; primero a su papá y hermana en el jardín de la casa, el mismo lugar donde antes entrenaba con su padre la puntería del arco y flecha. Y luego a sus compañeros de escuela, a quienes encierra en el colegio y al modo de una cacería les dispara las flechas.
Por otra parte se puede ubicar que Kevin presentaría una relación sospechosa con el cuerpo, por ejemplo cuando es agredido por su madre, Kevin queda arrojado en el suelo como un mero cuerpo, no se queja de dolor, al contrario aprende a “ser valiente” como menciona el personal médico luego. Aparece tangencialmente el discurso de la ciencia, que lejos de reconocer un posible síntoma allí, lo categoriza y refuerza.
Es posible ubicar el contraste entre Kevin, como un hijo no deseado y Celia, a quien si aloja en su deseo Eva y la reconoce, Celia es amparada. En la escena que Celia se da cuenta que su mascota no está, le dice a la madre “creí que había cerrado la puerta (de la jaula) Kevin dice que soy torpe y tiene razón” Eva le responde en un tono amoroso “tú no eres torpe hija, descuida, lo encontraremos, ahora a la cama”.
Se ve claramente como Kevin amedrenta a sus padres, los angustia, mientras los padres tratan de hablar sobre que Celia perdió un ojo a raíz del líquido para destapar caños, cuando estaba al cuidado de Kevin, él toma un fruto, que se nos presenta como el ojo que perdió su hermana, y lo come, desconociendo alguna implicación en el estado de su hermana, la madre ante su hijo masticando el fruto, no lo soporta y se levanta abruptamente de la mesa. Se puede pensar que el recurso a lo perverso en Kevin le permite sostenerse en una familia en que no es alojado, transitar por esta familia, hasta caer preso.
Dado que al no operar la función del Nombre-del-Padre en las psicosis, significante que detiene el deslizamiento de la significación, elemento esencial para el punto de almohadillado entre el significante y el significado, estos se encuentran divididos. Es posible pensar que la palabra del sujeto como acto en las psicosis no presenta voluntad o esta se desvanece, ya que al tomar la palabra, el sujeto efectúa un llamado vano al significante del Nombre-del-Padre, lo cual marca la entrada en la psicosis al encontrarse con una falta a nivel del significante, con aquello a lo cual el significante no puede responder. Son los padres quienes no pueden tomar la palabra y poner un limite a su hijo, ante ese llamado acude el rechazo.
Miller señala en Suplemento topológico a ¨De una cuestión preliminar…¨ que la forclusión del Nombre-del-Padre implica la regresión especular, la regresión tópica a la estructura elemental del estadio del espejo. La falta del significante del padre repercute sobre la estructura imaginaria, abre en el significado un agujero que responde a la significación fálica. Se produce una desestructuración imaginaria en la que proliferan los fenómenos duales de agresividad, de transitivismo, incluso de despersonalización. Eje imaginario en el que permanecen enfrentados Eva y Kevin sin intervención de un tercero y que aparece aun mas evidente cuando Kevin mata a sus otros padre, hermana y compañeros de colegio, solo queda él para su madre. Regresión en la que se produce la muerte del sujeto. Quizá cuando la madre le responde por fin con un abrazo, en la cárcel, dos años después de los asesinatos, en ese gesto de amor lo reconoce, le da un lugar. Quizá se pueda ubicar allí algo de un nacimiento de un sujeto para Kevin.


Bibliografía
Lacan, Jacques. De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis en Escritos 2. Buenos Aires: Editorial Paidós, 2008.
Lacan, Jacques. Introducción del gran Otro en El Seminario, Libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Editorial Paidós, 2019.
Lacan, J. Nota sobre el niño en Otros escritos. Editorial Paidós. 2012
Barros, M. La madre. Apuntes lacanianos. Buenos Aires. Grama ediciones, 2018.
Laznik, D. El superyó: de la melancolía a la reacción terapéutica negativa. Presentado en III Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2011.
Miller, J. Suplemento topológico a ¨De una cuestión preliminar…¨ en Matemas I. Buenos Aires: Manantial, 2014.
Tomas, S. La función materna. El Otro como maître en las encrucijadas de la subjetividad. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Antonio Pedro Giménez, 2020.